La recopilación de inteligencia es tan antigua y establecida en la historia como lo son los gobiernos: Conocer los planes e intenciones de sus enemigos y oponentes es fundamental para proteger la seguridad nacional. Para cualquier nueva técnica y metodología que se desarrolle para la recopilación de inteligencia, existe la certeza de que también se utilizará para realizar espionaje por parte de los adversarios. Esta es la esencia de la Contrainteligencia: Proteger los secretos de seguridad nacional, incluidas las fuentes y métodos de inteligencia, tecnologías confidenciales y propiedad intelectual, de gobiernos hostiles y delincuentes.
Las mejoras continuas y sofisticadas en las técnicas de piratería cibernética hacen que la protección de información confidencial y clasificada sea cada vez más desafiante. El robo de secretos confidenciales en el centro de la seguridad militar y económica es una amenaza reconocida mundialmente para el bienestar y seguridad nacional de las democracias. Esto ha quedado claro en el caso de los ataques de ransomware por parte de piratas informáticos que extorsionan a empresas privadas, hospitales y gobiernos. Los ataques cibernéticos anteriores a gran escala, así como los indicios de extensos preparativos y capacidades por parte de servicios de inteligencia extranjeros hostiles para atacar infraestructura vital e Internet de las cosas, pueden causar interrupciones debilitantes en las cadenas de suministro, energía y servicios públicos, comunicaciones y servicios de emergencia. La asequibilidad relativa, el anonimato, la seguridad y la accesibilidad de estas formas de ataques significa que las fuerzas más pequeñas y débiles tienen el potencial de causar un daño grave a los países más poderosos: los ataques cibernéticos son una nueva y poderosa «capacidad de guerra asimétrica».
La inteligencia artificial (IA) se está desplegando con éxito para contrarrestar este nuevo fenómeno de amenaza muy grave y de rápido desarrollo. Dados los ataques complejos, técnicamente avanzados y simultáneos de los que dependen las intrusiones cibernéticas para el espionaje o la extorsión de ransomware, solo la IA adaptada puede detectar, interrumpir y contrarrestar eficazmente dichos ataques a una escala amplia y continua. La IA se ha desarrollado y se está utilizando con gran impacto en enfoques innovadores para proteger datos críticos y detectar e identificar de inmediato las infracciones y vulnerabilidades de seguridad cibernética.
La inteligencia artificial (IA) se utiliza en todo el mundo para recopilar, procesar, analizar y presentar cantidades masivas de datos de manera manejable y altamente procesable. Se aplica en prácticamente todos los campos e industrias en los que los datos brindan información clave para los tomadores de decisiones. La IA tiene el potencial de mejorar la velocidad, capacidad y precisión exponencialmente más allá de los métodos tradicionales. OSINT (Inteligencia de código abierto), HUMINT (Inteligencia de fuente humana), GEOINT (Inteligencia geoespacial), SIGINT (Inteligencia de señales) y los otros «INT» pueden aumentarse poderosamente mediante IA y aprendizaje automático, acelerando y simplificando los procesos para obtener resultados más rápidos y precisos.
De manera similar, la IA se puede utilizar para proteger información vital mediante la ejecución de algoritmos que detectan posibles vulnerabilidades cibernéticas, identifican infracciones casi de inmediato, detectan de manera proactiva amenazas potenciales y sus objetivos, y ayudan a los profesionales de contrainteligencia en todas las fases de detección e interrupción de amenazas.
La evaluación de amenazas impulsada por IA también se puede aplicar de manera efectiva a todas las fases de diligencia debida para el personal de agencias y organizaciones, para detectar y mitigar amenazas. A medida que la cantidad de datos confidenciales crece cada día, es probable que los profesionales de la seguridad dependan cada vez más de la IA para administrar y proteger la información que impulsa al mundo.